jueves, 28 de enero de 2010

gelatina desde el cielo.


-¿Por qué?- Le preguntaba mirándola.

-Por qué ¿qué?- contestaba mientas seguía cogiendo ramitas del suelo, las desmenuzaba y volvía a surcar el mar con las pupilas.

-Que por qué te gusta tanto la gelatina.

-Porque si y punto….- Sonreía con la sonrisa de alguien que sabe que esta siendo descubierto. En cierto modo, le gustaba esa sensación de saber que aun sin quererlo ella podía saberlo todo sin intención alguna, que estaba desvalida ante ella, disfrutaba con esa sensación de desnudez.

-No eres la típica persona del “porque si” y mucho menos la de… “y punto”, y lo sabes.

-¿Desde cuando has pasado a conocerme tanto señorita? ¿Y ese interés por la gelatina?- Reía y la miraba a los ojos, con los suyos brillantes y rasgados.

-Desde el día en que me dijiste que nadie te conocía de verdad. Se que quieres que te conozca, te estas dejando conocer y yo…quiero conocerte.- Tras decir, eso tiró fuerte de las ramas aun verdes del árbol arrancando varias de ellas.

Ella seguía riéndose.

-¡Ey! ¿Por qué te ríes? Odio que se rían de mí.

-No me río de ti, es que me das susto

-Si querías arreglarlo lo has conseguido….

-No me das susto tú tonta, me da susto que sepas tan bien lo que quiero- Se quedó mirándola intensamente, podría haber estado años así, mirándola con esa intensidad, no necesitaba decir nada mas.

Ese simple comentario le había hecho sentirse menos ridícula, no eran tan estúpidos los pensamientos que tenía, también ella recordaba las cosas de las que hablaban, no era una simple obsesión suya.

-Contéstame ya o no traigo mas gelatinas para merendar- No sabía que cuando se enfadaba aun le gustaba mas.

-Es simple, como la vida, es polvo blanco empaquetado en cajitas de colores individuales.

-Me he perdido…

-Creo que las personas somos como la gelatina, cada una esta en su cajita, somos solo un polvo blanquecino, si soplan nos perdemos… pero con un simple ingrediente podemos llegar a ser todo y mas. ¡Incluso cogemos color!- dijo señalando sus brazos que habían tomado un tono moreno en esos primeros días de septiembre.

-¿Cuál es para ti ese ingrediente?- Sabía la respuesta, solo quería escucharla de sus labios.

-El amor…- Dijo mientras clavaba sus pupilas en el suelo, no quería acabar mirándola a ella, aun era pronto. Hubiera dado la vida por decir: eres tú. Pero prefirió morderse la partida lengua, era mejor esperar.

-Que sepas que lo que te acabo de decir es mentira, era solo par que me dejases en paz…

-Si ya doña cocinitas…No sabes mentir, se te sube el color de las pecas.

-En realidad es porque tiene muchas proteínas y es muy sana, a los abuelitos se la dan ¿lo sabías?- Silbaba intentando disimular.

Prefirió callarse la verdad, prefirió no decirle que solo pensaba en la textura de la gelatina desde el día que la probó de su boca, que ella todo lo hacia diferente, hasta un beso, su beso.

-¿Nos vamos?

-¿Por qué quieres irte? Es temprano y el móvil aun no ha sonado.

-Tengo que hacer un recado y tienes que acompañarme.

-¿A qué? ¿Dónde?

-A comprar gelatina… quiero que seas mi ingrediente.

Se moría por esa niña, da igual que el tiempo pasara, que ella se hubiera ido, que tuviera otros ingredientes, que ya ni se acordara de lo que significaba la gelatina, en su cocina seguía estando solo ella.



Se moría por ella.